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Vieques enfrenta un futuro incierto

por Michelle Faul

19 de abril de 2000
Copyright © 2000 THE ASSOCIATED PRESS. Todos los derechos reservados.

VIEQUES, Puerto Rico (AP) María García Ledesma recuerda que su abuelo le contaba como la Marina se había apropiado de su pequeña fracción de tierra cultivable, arrebatándole su medio de vida y forzando a la familia a abandonar su querido Puerto Rico.

Eso ocurrió en 1940, cuando miles de habitantes de Vieques perdieron sus tierras por las expropiaciones de la Marina y abandonaron la isla. García vivió durante su niñez en las cercanías de St. Croix y no visitó Vieques hasta hace 13 años. Pero le gustó tanto, que nunca la abandonó.

"Amo la paz y la tranquilidad", explicó.

Excepto cuando las bombas que arroja la Marina en la isla, de 21 millas de longitud, hacen temblar los ventanales y alarman a los residentes de Isabel Segunda, pueblo encerrado entre el campo de tiro ubicado en el este de la isla y los depósitos de municiones situados al oeste.

La infeliz historia de Vieques era bien conocida en Puerto Rico, pero no en otros lugares. Los ejercicios de la Marina eran considerados de vital importancia para la seguridad nacional de los Estados Unidos, prerrogativa que pocos se atrevían a desafiar.

Hasta el 19 de abril de 1999.

Hace un año, un jet F-14 del Marine Corps que entrenaba para su misión en Kosovo arrojó dos bombas de 500 libras fuera de su objetivo, haciendo impacto en un puesto de observación y matando a David Sanes Rodríguez, un guardia de seguridad civil de 35 años.

Años de frustración hicieron eclosión en protestas que parecen haber cambiado la historia de Vieques.

Los ejercicios fueron suspendidos y, tras meses de negociaciones, el presidente Clinton acordó que la Marina se retiraría en el plazo de tres años, a menos que los residentes elijan en un referéndum que ésta permanezca. Los ejercicios se reanudarán en algunas semanas, pero con bombas inertes.

Eso no fue considerado suficiente por los activistas, en particular para el grupo conducido por el líder del partido de la independentista, Rubén Berriós, que ocupa sectores del campo de tiro desde hace un año. Tampoco conformó a García.

"No quiero a la Marina aquí. Nadie quiere a la Marina aquí", afirmó la mujer.

La causa de Vieques unió a los puertorriqueños como pocas veces había ocurrido antes, aglutinando no solo al pequeño movimiento independentista sino a muchos partidarios de la estadidad.

"Lo que logró la muerte de David Sanes fue sacudir la conciencia de nuestro pueblo", expresó la maestra de escuela Miriam Soba.

El campamento de cinco tiendas montado por los manifestantes dentro del campo de tiro obtuvo desde el apoyo de la iglesia al de las agrupaciones sindicales. A pesar de las advertencias de la Marina sobre violación de propiedad y la posibilidad de que existan proyectiles sin detonar en los terrenos, recibió visitantes de la talla del reverendo Jesse Jackson, Ricky Martin y , esta semana, Robert F. Kennedy Jr.

Los residentes de Vieques dicen que la Marina impidió el desarrollo de su industria turística y destruyó su industria pesquera, así como los arrecifes de coral y los manglares de sus estuarios, poniendo en peligro especies tales como el halcón peregrino y la tortuga hawksbill.

La Marina admite que no cumplió un acuerdo para permitir el desarrollo de la isla, y sostiene que éste es el único lugar en el cual la Flota Atlántica puede realizar simultáneamente operaciones combinadas de aire, mar y tierra. Vieques fue usado para la preparación militar estadounidense en todos los conflictos que sucedieron a la Segunda Guerra Mundial y le rinde a la Marina ganancias de $16 millones anuales en tarifas cobradas a países extranjeros por la realización de prácticas .

Los oficiales argumentan que podrían perderse vidas en el campo de batalla sin dicho entrenamiento.

La muerte de Sanes ha dividido a su familia. El año pasado, el padre de Sanes participó en una marcha para pedir que la Marina permanezca. Pero la hermana de Sanes, Myrta, piensa acompañar a los activistas que visitarán hoy la tumba de su hermano.

García, por su parte, culpa a los bombardeos de la Marina por las infecciones en la garganta y la alergia en la piel que sufre su hija de 14 años, Yaira.

"Siempre estoy llevándola al médico", contó García. "Creo que viene de la contaminación".

Dijo que la Marina condenó a su abuelo, un veterano de guerra, a una vida en el exilio.

"El siempre hablaba de volver", recordó.

Su abuelo murió hace diez años, sin cumplir su sueño.

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