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THE ORLANDO SENTINEL

¿Por qué tendría que aprender español?

by David Porter

27 de mayo de 1999
Marca Registrada © 1990 THE ORLANDO SENTINEL. Todos los derechos reservados.

En la noche del viernes pasado, regresando a casa desde el trabajo, tuve un "momento de Miami". Me detuve en un restaurante de la avenida Orange, en Orlando, para ordenar comida para llevar; mientras esperaba mi pedido, tuve la sensación de que todo el mundo comenzaba a hablar en español.

A esto lo llamo "momento de Miami" porque es algo que ocurre muy a menudo en Miami, una ciudad donde la lengua española reina.

Me considero a mí mismo el señor Diversidad. Siempre hablo sobre la importancia de celebrar y abrazar las diferencias culturales en esta comunidad. Pero debo admitir que en ese momento, cuando todos a mi alrededor -los empleados del restorán, los clientes, entre los que había hombres, mujeres, niños y hasta dos policías que esperaban su comida- comenzaron a hablar en español, me sentí indignado.

No veía la hora de que me entregaran mi comida para salir de allí. Pensé que iba a perder el control. Tenía la poderosa necesidad de gritar: "Un momento. Hablen inglés. Estamos en los Estados Unidos de América".

No soy intolerante con los hispanos. Vote en contra de la enmienda del uso exclusivo del inglés. Estudié tres años de español en la escuela media, a pesar de que actualmente mi retención de esa lengua es muy limitada. Mi hija estudia español en la escuela primaria. Y, sí, también tengo amigos hispanos. (¡Caramba! Esto se parece mucho al discurso que algunos blancos usan cuando discuten las relaciones entre blancos y negros).

Sin embargo estoy preocupado por el futuro. ¿Acaso Florida Central se volverá como Miami, donde si no hablas español eres un ciudadano de segunda categoría?

Recuerdo épocas en las que en mis visitas a Miami no recibía buen servicio porque los empleados de los restaurantes y otros negocios se daban cuenta de que no podía hablar español.

Eso no era justo.

¿Por qué debe hacérsenos sentir a aquellos que no podemos hablar español que somos extranjeros en el país en el cual hemos nacido, un país en el cual el inglés es la lengua principal?

Esta no es la primera vez que trato este tema en esta columna. La respuesta que normalmente obtengo de personas bilingües, aquellas que hablan español e inglés- es que yo debería aprender a hablar español.

Para ellos es fácil decirlo, y supongo que sería políticamente correcto que estuviera de acuerdo con ellos. Pero mi respuesta "visceral" es: ¿por qué tendría que aprender a hablar español?

Esto es los Estados Unidos.

Este asunto de la diversidad es bastante difícil. Quienes conocemos una sola lengua -hablamos sólo inglés- debemos ejercitar la tolerancia.

Pero también creo que la diversidad es un camino de ida y vuelta. Aquellos que son bilingües, pero prefieren usar el español en lugares públicos deberían darse cuenta de que cuando lo hacen están construyendo una muralla a su alrededor. Se ve como una descortesía. Y, sinceramente, los que no hablan español se preocupan: "¿están hablando de mí?". Cuando esto sucede en un negocio, uno se pregunta" ¿Ellos estarán consiguiendo un mejor precio que yo?.

¿Tiene sentido para las personas bilingües pensar en respetar algún tipo de etiqueta idiomática?

Eso es particularmente importante para los negocios. En ciertas ocasiones haciendo compras en una tienda, he tenido que consultar a un empleado por algún problema y éste ha comenzado a discutir la cuestión con un compañero en español. ¿Por qué están hablando de mi problema en español? ¿Qué están diciendo en realidad?

Algunos pueden pensar que estoy exagerando, o pensar que las circunstancias son graciosas. Pero esa manera de pensar puede dar lugar a una reacción contra los hispanos, y eso debe evitarse.

Quienes no hablan español, sin importar el color de piel, no pueden ignorar la creciente influencia de esta comunidad de personas que comparte una cultura hispana. No habría razón para temer, a menos que las cosas evolucionen como lo han hecho en Miami, donde abundan los conflictos políticos, económicos y culturales.

No sería lo mismo si eso sucediera aquí. Seguramente, debe haber una manera de aprender de la experiencia de Miami y poder usar las diferencias culturales para el fortalecimiento de esta comunidad.

Encontrar maneras constructivas de discutir y entender el asunto de la lengua es la llave para forjar una sana relación entre aquellos que hablamos una sola lengua y los que son bilingües. Ninguno bando puede ignorar las susceptibilidades del otro.

Miami es un lugar interesante para visitar, pero no me gustaría vivir allí.

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