Mientras Puerto Rico está pasando por unas maratonianas vistas judiciales federales sobre las demandas como resultado de la disputada carrera gubernatorialla más apretada desde hace años, si no de todos los tiempos el recuento gubernatorial prosigue lentamente.
Se está centrando mucho la atención sobre el hecho de si los tribunales federales van a desechar o adjudicar las infames papeletas de voto mixto con triple marca, en las cuales se había marcado una "X" bajo la insignia del Partido Independentista Puertorriqueño y junto a los nombres del candidato gubernatorial del Partido Popular Democrático, Aníbal Acevedo Vilá, y su compañero de carrera Roberto Prats.
Y casi no se presta ninguna atención al recuento en sí, que muestra tal como los primeros resultados de las elecciones, al candidato gubernatorial del Partido Nuevo Progresista, Pedro Rosselló, con una ligera ventaja sobre Acevedo Vilá, que surgió justo en cabeza del antiguo gobernador en el amanecer después del Día de las Elecciones, cuando los bastiones del PPD desde Mayagüez y Caguas y otros lugares, fueron factorizados. Hasta ahora, el recuento parece indicar que el número de papeletas controvertidas que están siendo impugnadas por el PNP es mucho menor que la cifra de 28.000 estimada en un principio por el Jefe de la Comisión Estatal de Elecciones, Aurelio Gracia.
Una cosa está clara; quienquiera que gane, el próximo gobernador se encontrará sumamente comprometido al asumir su cargo. Puerto Rico está viviendo bajo un gobierno en la sombra, que comparte el poder entre una gobernadora sin poder efectivo y su posible sucesor del PPD, así como la oposición del PNP que obtuvo una gran victoria en cada carrera excepto en la de La Fortaleza.
El extremadamente lento recuento, que solo está manteniendo en suspense el nombre del próximo gobernador de Puerto Rico, también está contribuyendo a la sensación de una tenebrosa red de poder compartido, que está haciendo que la isla siga delante de forma maquinal.
La razón de esto podría ser muy sencilla ya que es imposible lograr que se haga algo significativo en Puerto Rico durante el mes de diciembre, conforme se van aproximando las Navidades, la larga temporada navideña.
Pero los puertorriqueños casi se están acostumbrando al vacío de poder en La Fortaleza. Y podían de inmediato guardar resentimiento al próximo ocupante de1 La Fortaleza Street que rompa el hechizo. Además del hecho de que quienquiera que ocupe La Fortaleza se enfrentará a casi medio Puerto Rico que se opone violentamente a su administración. Y convencidos de que robó las elecciones.
Todo comenzó con el anuncio de la Gobernadora Calderón el año pasado de que no se presentaría a un segundo mandato en el cargo. La situación de gobernante sin poder efectivo creada por ella misma, socavó de inmediato su poder político y la confinó a trabajar en proyectos que ya estaban en trámite.
Sin duda, la valoración de Acevedo Vilá subiría dentro del PPD si alcanzara La Fortaleza, y en especial porque los veteranos del partido le pasaron por alto a favor de José Alfredo Hernández Mayoral, hijo del antiguo gobernador. Pero en todos los demás lugares hacia los que se vuelva se enfrentará con oponentes políticos que controlan los escaños en el Congreso y la Legislatura, así como una mayoría de alcaldías por toda la isla.
Rosselló tendría mucho más poder político, pero su imagen pública ha sufrido sin duda el impacto de la confusa secuela electoral, durante la cual su oponente político disfruta de una ventaja, acreditada con carácter provisional, de 3.880 votos en la carrera con más del 98 por ciento de las papeletas escrutadas. A su vez, la valoración del antiguo gobernador ante el público en general se vería aún más dañada si obtuviera el poder mediante la anulación de las llamadas papeletas pivazo, las cuales el PNP está pidiendo a los tribunales federales que sean desechadas.
Entretanto, no hay demasiado que pueda lograrse, lo cual resulta reconfortante para un público que ya se ha desilusionado con los juegos de poder gubernatoriales.
Llegué a Puerto Rico en los últimos días del tercer y último mandato de Rafael Hernández Colón, cuando una economía tambaleante y una creciente oleada de delincuencia se confabulaban para convertirle en un gobernador muy impopular. Apenas se hablaba con la prensa y su imagen pública se veía aún más dañada por sus infructuosos intentos de buscar un ELA "mejorado" y por sus frecuentes viajes.
Fue en esos momentos cuando oí por primera vez la expresión "el agua de La Fortaleza," una bebida que aparentemente emborracha a los gobernadores con su propio poder, y convierte a personas llenas de esperanza y dedicación en seres enclaustrados, confiados en sus propias ideas y en poco más, y extremadamente desconfiados del público.
Ocho años después de que un joven Rosselló asumiera el cargo, prometiendo trabajar para los puertorriqueños, también abandonó, corriendo literalmente hasta el aeropuerto, su imagen pública ya manchada por los escándalos de la corrupción, involucrando a sus colegas y por el extraño comportamiento que con el tiempo muestran los ocupantes de La Fortaleza. Un ejemplo: su insistencia en construir un monumento de $20 millones en forma de enorme concha que nadie más realmente quería.
El agua parece haber ejercido su magia con más rapidez en la actual ocupante de La Fortaleza, Sila Calderón, que casi de inmediato simplemente se negó a responder a preguntas que en primer lugar no quería que fueran planteadas.
Para cuando se casó con su antiguo jefe de desarrollo económico, ofreciendo una recepción al publico en la mansión del gobernador, fue una buena cosa que hubiera anunciado que no se presentaría a un segundo mandato. Cuando llevaba dos años en su primer mandato, la mayor parte del público ya había visto suficiente.
Acevedo Vilá y Rosselló deberían tomar nota: la idea de una vacante en La Fortaleza está resultando cada vez más atractiva para mucha gente.
John Marino, Editor Gerente de The San Juan Star, escribe la columna semanal Reporte de Puerto Rico para el Puerto Rico Herald. Su dirección de e-mail es: Marino@coqui.net
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