Se está acercando el día en que habrá tantos puertorriqueños viviendo en la zona continental de EE.UU. como en la isla de Puerto Rico, indican los recientes datos de la Oficina del Censo de EE.UU.
El hecho no es solo un hito; probablemente influya en todas las demás discusiones sobre el status de Puerto Rico en Washington y San Juan durante los años venideros. Conforme más puertorriqueños se trasladan a los estados, muchos lo verán como una señal de que la mayoría de los isleños quieren una unión permanente con los Estados Unidos.
El debate sobre el status que se ha estado desarrolando aquí durante más de 100 años, descontando los anteriores 400 años de discusiones de las relaciones de Puerto Rico con la Corona española seguramente siga con su rutina, hablando de la estadidad, la independencia y varias otras relaciones como el ELA y la libre asociación que presumiblemente contienen elementos de ambos ideales según los que lo proponen.
Pero entretanto, los lazos que unen, los verdaderos lazos que unen, siguen estrechándose cada vez más entre Washington y San Juan.
La aportación de fondos federales al ELA continua en aumento, a pesar de los puntos fuertes o débiles de la relación entre el actual gobierno del ELA y la administración reinante en D.C.
Con el plan Bush de aumentar la aportación de fondos a la educación de Puerto Rico, escalonado en incrementos de forma que reciba una participación equiparable a lo que recibiría si fuera un estado de EE.UU. en unos pocos años, solo hay un puñado de áreas en las cuales el ELA tiene que luchar con el gobierno federal por la igualdad en la aportación de fondos.
Mientras tanto, décadas de emigración entre la isla y los Estados Unidos han creado una situación en la cual hay tantos puertorriqueños del lado estadounidense como en la isla.
Nadie se queja demasiado. El Partido Nuevo Progresista apunta al desarrollo de los acontecimientos como evidencia de que la estadidad es inevitable. El Partido Popular Democrático puede con la misma facilidad citar el nivel de aportación de fondos federales y la libertad de viajar y trabajar por todos los Estados Unidos como una prueba más de que el ELA representa lo mejor de ambos mundos.
Quizás tan solo el Partido Independentista Puertorriqueño, en el terreno estrictamente ideológico, criticaría la espiral del gasto federal, que alcanzó los $14 mil millones en 2003, y la inmensa población de puertorriqueños que vive del lado estadounidense, como un síntoma del status esencialmente colonial de la isla.
Pero si se echa un vistazo al curriculum vitae de los principales cargos del PIP probablemente se encuentre tanto con diplomas de Harvard y Yale como de la Universidad de Puerto Rico. Y el PIP vislumbra ganar una forma de independencia que lentamente pueda separar a Puerto Rico de la aportación de fondos federales y adoptar escalonadamente nuevas reglas respecto a la ciudadanía.
Mientras, tanto el PPD como el PNP están prestando mayor atención a los puertorriqueños del lado estadounidense, dado sus florecientes cifras. La administración Calderón ha estado financiando durante tres años una campaña para inscribir como votantes a los puertorriqueños que viven en los estados. El anterior Gobernador Pedro Rosselló, pretendiendo la reelección durante un tercer mandato en noviembre, tiene un coordinador de campaña del lado estadounidense en Washington D.C.
Inicialmente, fueron las oportunidades económicas las que instaron a los puertorriqueños a "brincar el charco," dejando la isla para los Estados Unidos. En los años 50 y 60, se trataba generalmente de un trabajo industrial en Nueva York u otro centro urbano en la costa noreste.
Hoy en día, los que dejan la isla son generalmente profesionales, a menudo enfermeras o maestros que buscan oportunidades mejor pagadas, y lo más probable es que se dirijan a Florida, en cuanto al noreste.
Al principio, las autoridades gubernamentales promocionaron la emigración a los estados como parte de la solución de la desenfrenada pobreza de la isla, siendo el otro componente el programa industrial Operación Bootstrap.
Pero hoy en día, les preocupa el "fuga de cerebros". Un 40 por ciento de los graduados de la escuela de medicina dejan la isla por trabajos mejor pagados en EE.UU., según un reciente informe del Orlando Sentinel. De hecho, todo un 8 por ciento de la población de la isla se trasladó a los Estados Unidos durante la última década.
Desde el comienzo de la gran emigración de puertorriqueños después de la 2ª Guerra Mundial, el ciclo de emigración ha fluctuado y durante muchas décadas fueron tantos los puertorriqueños que regresaban a la isla desde la zona continental como los que se marchaban en busca de oportunidades económicas del lado estadounidense.
Es esta incesante emigración la que probablemente tenga el mayor impacto sobre las discusiones del status. Si hay algo que los puertorriqueños no quieren perder, es su capacidad para poder viajar sin previo aviso a Orlando, por ejemplo, o a Nueva York. Este es el caso en especial, ya que tantas familias puertorriqueñas tienen miembros que viven en la isla y del lado estadounidense. Nadie quiere barreras para poder ver a una tía o un tío, un hijo o una hija, o una madre o un padre.
Siendo este un año político, se habla de nuevo de resolver el status de Puerto Rico. La Casa Blanca ha reiniciado su comisión sobre el status, y los candidatos presidenciales prometen resolver la cuestión si son elegidos.
El Partido Popular Democrático está presionando para que se celebre un referéndum para convocar una asamblea constituyente, mientras que el PIP quiere convocar inmediatamente una asamblea y luego "confrontar" a Washington con la solución al status que haya elaborado. Entretanto. el PNP quiere un referéndum pidiendo al Congreso que tome cartas en el status de Puerto Rico.
Rosselló también ha prometido entablar una batalla en los tribunales federales para que tome medidas en el status político de la isla.
Muchos ven el desarrollo de los acontecimiento como una promesa de un genuino impulso en la resolución del dilema del status de Puerto Rico, que ya dura un siglo. No obstante, los escépticos creen que las iniciativas tienen su origen más en la política que en una auténtica preocupación por resolver el status de la isla.
Pese a las buenas intenciones o ulteriores motivos que puedan haber tras dichos esfuerzos oficiales en torno al status, es probable que éstos pierdan importancia ante la influencia de las tendencias en la más amplia relación entre Puerto Rico y Estados Unidos.
Todos los días, los puertorriqueños abandonan Puerto Rico para irse a los Estados Unidos. Las razones para hacerlo no son en absoluto políticas. Generalmente, se trata de razones personalesel deseo de un trabajo mejor, una educación mejor, un vecindario mejor.
Y muchos están regresando a la isla por razones igualmente personales el deseo de vivir cerca de su familia, aportar algo a su tierra natal, simplemente retirarse en un clima cálido.
Es la fabulosa libertad de movimientos otorgada al individuo lo que constituye la base fundamental del impacto que la emigración puertorriqueña tendrá en las futuras discusiones sobre el status. Cualquier conferencia que ponga en peligro dicha libertad será rechazada a buen seguro.
John Marino, Editor Gerente de The San Juan Star, escribe la columna semanal Reporte de Puerto Rico para el Puerto Rico Herald. Su dirección de e-mail es: Marino@coqui.net |