Pedro Rosselló regresó a la política de Puerto Rico en el 2003, arrebatándole a Carlos Pesquera el liderazgo del Partido Nuevo Progresista tras una batalla en las primarias, mientras el Comisionado Residente Aníbal Acevedo Vilá sobrevivió al barullo en el Partido Popular Democrático para convertirse en su candidato gubernatorial y presidente rumbo al 2004.
La Gobernadora Calderón dijo a los reporteros la semana pasada que el 2003 fue un año "complejo y difícil". A medio camino, diciendo que quería una "vida más equilibrada," Calderón anunció que no se presentaría a la reelección. La medida socavó su poder político y desencadenó una oleada de dimisiones dentro de su administración que continúan en la actualidad. Pero la semana pasada la gobernadora resaltó los logros de su administración y habló con confianza de sus planes para retomar la gestión del problemático organismo público del suministro de agua. Dijo, con cierta justificación, que gran parte del trabajo de su administración los programas Comunidades Especiales y Después de la Escuela, y conducir a la isla por un moderado crecimiento económico habían quedado enterrados bajo el ataque diario de los titulares de prensa y otras informaciones de los medios de comunicación que tendían a centrar la atención en acontecimientos políticos con más atractivo sexual y otros acontecimientos dramáticos. Algunos, tales como la guerra en Irak, estaban más allá del control de la administración, mientras que otros, el intento de empujar a Ferdinand Mercado de secretario de estado a presidente del Tribunal Supremo, fueron producto de sí mismos.
Entretanto, el Partido Independentista Puertorriqueño volvió una vez más a dar un empujón a su líder de hace mucho tiempo, Rubén Berríos, como candidato gubernatorial. Pero dado que el principal puesto en la lista del boleto electoral del PIP no es más que un chivo expiatorio, la medida pudo indicar un sano pragmatismo, ya que el partido presenta a sus más jóvenes y brillantes miembros como la Vicepresidenta María de Lourdes Santiago y el asesor medioambiental Jorge Fernández Porto para escaños legislativos que realmente tienen oportunidad de ganar.
El cambio en el debate político de Puerto Rico fue una de las principales noticias del año, pero no la más importante. Esto, sin duda, se lo lleva la marcha de Vieques de la Marina el 1 de mayo, con todas sus ramificaciones.
A pesar de las fuertes presiones desde San Juan para que se marcharan pronto, y una presión igualmente firme de algunos sectores de D.C. para dejar zanjada completamente la partida y tratar de seguir agarrándose a Vieques, la Casa Blanca de Bush y la Marina se mantuvieron firmes en el acuerdo negociado por las administraciones Rosselló-Clinton, que por primera vez dejaron constancia por escrito del 1 de mayo, 2003. Muchos señalan a este acontecimiento como el momento decisivo en la delegación de poderes políticos a Puerto Rico; mientras otros se preocupan ante el hecho de que las cicatrices que Vieques ha dejado tras de sí perjudiquen de forma permanente la visión que tiene Washington de Puerto Rico.
La revuelta del 1 de mayo que empañó la celebración de la marcha de la Marina demuestra que la tensión en torno a esta cuestión sigue siendo muy marcada. Y la designación de Vieques, sus aguas circundantes y la vecina isla de Culebra como lugar escogido para beneficiarse del 'Superfund' por la Agencia de Protección Medioambiental significa que Vieques seguirá siendo una importante cuestión en las discusiones entre Puerto Rico-EE.UU. en los años venideros.
La marcha de la Marina de Vieques y el consiguiente cierre de la Estación Naval de Roosevelt Roads en Ceiba, son la mejor prueba hasta ahora de que la importancia estratégica de Puerto Rico como avanzadilla militar ya se ha acabado para los EE.UU.
El hecho despierta emociones en la isla por parte de aquellos que se encuentran en ambos lados de la cuestión. Pero dejando esto a un lado, el suceso presenta a Washington una oportunidad para abordar la cuestión del status político de Puerto Rico, si los isleños, de hecho, quieren que así sea.
Pero mientras Vieques decía algo sobre la pérdida de importancia estratégica que Puerto Rico tiene para los Estados Unidos, la guerra en Irak supuso para la isla un perfecto escaparate para demostrar, no obstante, su compromiso con la defensa nacional. En la última llamada a filas en la historia de la isla, miles de soldados de la Guardia Nacional y de la Reserva del Ejército fueron movilizados al servicio activo, siendo muchos de ellos enviados a Irak y las naciones de su entorno. Los oficiales del ejercito insistieron en que el envío de sus gentes a la guerra era la mayor demostración de compromiso que la isla podía hacer, así como un paradigma totalmente nuevo para que se calibrara la importancia militar de Puerto Rico para los Estados Unidos.
El año que ha pasado ardió con otros casos de corrupción que involucraban a cargos públicos relacionados con la pasada administración Rosselló, así como con una serie de planchazos y errores garrafales por parte de la administración Calderón y el Partido Popular Democrático. El antiguo Portavoz de la Cámara y cargo público Republicano, Edison Misla Aldarrondo, siguió metiéndose en más problemas, mientras que otros antiguos funcionarios de la administración, como el antiguo Administrador de Instituciones Juveniles, Miguel Rivera, se unía al creciente número de incriminados por corrupción por las autoridades federales.
Entretanto, la actual administración fue reprendida por el Departamento de Estado de EE.UU. por tergiversar los poderes soberanos de Puerto Rico ante los países extranjeros, no logró incitar al Congreso a que actuara respecto a la propuesta 956 y padeció más cambios personales conforme continuaba la oleada de dimisiones. La fea e infructuosa batalla por conseguirle a Ferdinand Mercado un asiento en el Tribunal Supremo marcó el punto mas bajo de la administración.
Pero lo que supera con mucho en importancia a estas informaciones es el hundimiento del contrato de $3.8 mil millones por 10 años con Ondeo y los planes del gobierno para retomar el control de su problemática agencia del suministro de agua.
Se está señalando mucho con el dedo, pero la verdad es que el sistema de suministro de agua está tan embrollado, que la única opción es que el gobierno lo arregle. Parece ser que la industria privada podría sacar provecho del organismo publico con problemas, pero a un precio que garantizaría que no se arreglaría.
Se trata de un reto y una oportunidad tanto para el PNP como para el PPD, que a lo largo de los años contribuyeron de igual manera a la desaparición de la Agencia de Acueductos y Alcantarillado, mediante regalos a los sindicatos y colegas políticos, a la vez que se evadían del engorroso trabajo del mantenimiento del sistema de abastecimiento de agua. Calderón dijo la semana pasada que su plan era repartir la ASA por regiones, cada una de ellas con un jefe que supervisaría los estándares del servicio, y nombrar directores regionales y de la agencia por periodos de seis años para apartarlos del proceso político.
Si lo logra para finales de año, si la transición se hace sin problemas y si se establece un plan a largo plazo para la mejora de la ASA, se podría rehabilitar la maltrecha imagen de la administración Calderón, ocasionada por la inestabilidad en el 2003.
John Marino, Editor de Ciudad de The San Juan Star, escribe la columna semanal Reporte de Puerto Rico para el Puerto Rico Herald. Su dirección de e-mail es: Marino@coqui.net |