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12 de septiembre de 2003
Copyright © 2003 PUERTO RICO HERALD. Todos los derechos reservados. 
¿Cuándo nos vamos a casa?

Tarde en la noche del viernes, 5 de septiembre, ya era temprano en la mañana del 6 de septiembre en Baghdad.

A orillas del Río Potomac, en el Pentágono, todavía estaban encendidas las luces en las oficinas de líderes militares cuando despuntó el sol sobre el agobiado valle que forma los ríos Tigris y Eufrates en Irak.

Ahí, las fuerzas de "coalición" desplazándose en patrulla por ese país, los equipos buscando lo que resta del liderazgo del Partido Baath, los escuadrones asignados a cuidar de los hospitales, escuelas y oficinas, todos, como siempre, iban muy cautelosos. Sabían que hay minas escondidas que amenazan sus vehículos, trampas para hacerlos parar y permitir así que francotiradores pueden matar o herirlos, uno a la vez. Hacia el sur, en Kuwait, las unidades de apoyo logístico y tropas de combate en reserva comienzan el día con el requerido estado de alerta. Cada persona uniformada sabía los riesgos y tomaba precauciones para su sobrevivencia personal y del grupo.

Nos cuentan que la moral de las 122,000 tropas en Irak ese día era alta. Subrayando el peligro que enfrentaba cada Infante de Marina y aviador estaba el apoyo moral derivado de una excelente capacitación, disciplina militar, orgullo de unidad y sentido de propósito en la misión por completarse. Ese era el caso para unos 20,000 miembros de la Guardia Nacional y Reservistas desplazados a ambos escenarios de lucha, alrededor de 1,300 de ellos procedentes de unidades puertorriqueñas, tal como los hombres y mujeres de las fuerzas uniformadas voluntarias que se encuentran en servicio en ambos países.

Para unidadesde la Guardia Nacional y Reservistas, un elemento esencial de su actitud positiva era el conocimiento que en cierta fecha, regresarían a sus casas para reanudar sus vidas civiles y familiares. En la mayoría de los casos, su desplazamiento a servicio activo había sido sólo por un total de 12 meses, incluyendo el tiempo de organización y capacitación invertido antes de llegar a la zona de combate, así como los procedimientos de desplazamientos en los Estados Unidos.

Las luces intermitentes en el Pentágono auguraban un escenario diferente, a pesar de que las tropas no se enterarían de ello por unos cuatro días más.

En un artículo publicado en el Washington Post el martes, 9 de septiembre, la nación también se enteró de que, bajo esas luces en el Pentágono la semana anterior, los oficiales de defensa habían decidido que el personal de la Guardia Nacional y los Reservistas ya desplazados a Irak y a Kuwait, estarán no menos de un año en sus misiones, en algunos casos añadiendo hasta seis meses más de servicio activo a sus peligrosas incursiones.

La Fuerza Aérea instituyó una política similar para sus reservistas el año pasado, extendiendo los períodos de servicio activo a dos años, no importa el estado de servicio individual. Esta política afectó a los miembros de la Guardia Nacional de Puerto Rico que se vieron extendidos involuntariamente un año más y están ahora en su segunda rotación.

El Pentágono justificó la acción señalando que muchas de las especialidades militares necesarias en Irak se encuentran de manera exclusiva entre los miembros de las unidades de la Guardia Nacional y Reservistas y que son las destrezas que se requieren inminentemente para la pacificación y estabilización de Irak. Los voceros militares, en respuesta al artículo, señalaron que desde el 11 de septiembre el Departamento de Defensa está autorizado para desplazar personal de la Guardia Nacional y Reservistas por hasta dos años de períodos de servicio, a pesar de que no se ha desplazado a nadie por más de un total de 12 meses, y muchos por mucho menos tiempo.

El impacto que esta noticia dejó sobre las familias del personal desplazado se vio empeorado por el aparente secreto con que se emitió. A pesar de que el Presidente George W. Bush emitió un discurso de importancia sobre la ocupación de Irak el pasado domingo en la noche, en que solicitó al Congreso $87 mil millones adicionales de fondos para las operaciones existentes, no mencionó nada sobre la extensión en los plazos de desplazamiento. Muchos de los miembros de la Guardia Nacional y Reservistas que se vieron afectados en Irak y Kuwait recibieron noticia de la decisión por parte de sus esposas y amistades que les llamaron o enviaron correos electrónicos desde los Estados Unidos. Los funcionarios de la Guardia Nacional en algunos estados informaron que no se les había notificado sobre la decisión antes de hacerse pública la noticia.

Críticos de la política del gobierno en Irak dicen que la extensión ilustra una falta de planificación efectiva por parte de los funcionarios civiles en el Pentágono. Los mismos funcionarios testificaron ante Comités del Congreso la semana pasada que el plan daría "predictibilidad" a los individuos desplazados y las unidades asignadas a la zona de guerra. A pesar de que no se han definido detalles específicos de la nueva política, se entiende en la actualidad que sólo afecta a los Reservistas y a los miembros de la Guardia Nacional que se encuentran en estos momentos en Irak y Kuwait y no a los que están preparándose para ir.

El vocero de la Guardia Nacional de Puerto Rico, la Mayor Millie Rosa, dijo al Herald que muy pocos de los miembros de la Guardia Nacional de la isla se verán afectados por la extensión, ya que sólo unos 450 de los 2,700 hombres y mujeres actualmente desplazados se encuentra en el área Central de Comando que es la que involucra la política. "De todas formas", dijo, "todos fueron informados antes de partir en enero que sus incursiones en el escenario bélico podrían llegar hasta un año". Los puertorriqueños en Irak y Kuwait están involucrados mayormente en apoyo de logística, fuerzas de protección y actividades de policía militar.

En su momento cumbre después del 11 de septiembre, la Guardia Nacional de Puerto Rico contaba con 4,700 de sus miembros desplazados, representando más de la mitad de su fuerza total. Tales cifras la ubicaron en sexto lugar en la nación en términos de cantidad de personal de la Guardia Nacional en servicio activo en la guerra contra el terrorismo. Antes de eso, las unidades de la Guardia Nacional fueron desplazadas a Desert Storm, Kosovo y Bosnia.

Hasta la fecha, 9 puertorriqueños han muerto en operaciones de la guerra contra el terrorismo, 2 de ellos Reservistas del Ejército y el resto soldados regulares de la fuerza voluntaria. El último puertorriqueño que murió en Irak fue el Sargento Juan M. Serrano que era miembro de la Primera División Armada que se desplazó desde Alemania. Murió en julio mientras cambiaba una rueda en su vehículo en una autopista de Bagdad.

La primera unidad de Reservistas de Puerto Rico fue desplazada en cuestión de horas después de los ataques terroristas en Nueva York y Washington. La unidad Quartermaster 311 fue embarcada hacia el Fuerte Lee en Virginia, para formar parte de los horrendos procedimientos después del ataque por los daños y pérdida de vida cuando el avión de la aerolínea American, pilotado por terroristas, pegó contra el Pentágono. Después de una incursión de seis meses, la unidad regresó a Puerto Rico, sólo para verse reactivada poco después para otro período de servicio.

El General Retirado del Ejército de los Estados Unidos, Felix Santoni, actualmente Asesor Civil del Secretario del Ejército, le dijo al Herald que entre 750 y 1,000 puertorriqueños Reservistas del Ejército se encuentran en la zona Central de Comando (CENTCOM) en Irak. "Si la política del Departamento de Defensa es que los Reservistas puertorriqueños y miembros de la Guardia Nacional tendrán que servir un plazo adicional, entonces eso es lo que harán, porque para eso fue que se registraron en el servicio. Son todos voluntarios". Hay aproximadamente 6,000 puertorriqueños entre los Reservistas del Ejército y la Fuerza Aérea.

A estas alturas no está claro si la nueva política de extensión afectará la moral en el campo de batalla y futuras incursiones y reclutamiento para las unidades de la Guardia Nacional y los Reservistas. Fuentes del Herald en el Pentágono insistieron en que el propósito es normalizar, no confundir, las políticas de desplazamiento y rotación de este elemento vital de la defensa nacional.

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