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2 de mayo de 2003
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Vieques: ¿es éste un momento de alegría?

A medida que nos preparamos para lanzar la edición de esta semana del Herald, recién se está asentando la polvoreda generada el "día-V" en Puerto Rico. El primero de mayo es la fecha en que cesan todas las prácticas militares en la isla de Vieques, comenzando así un nuevo capítulo en la vida de la pequeña isla ubicada al este de la isla grande de Puerto Rico. La celebración del día-V trajo consigo a cantantes, activistas y políticos a los portones del Campo García, las instalaciones de 145,000 acres de la Marina de los Estados Unidos que durante tres años fueron sede de innumerables demostraciones en contra de la presencia de la Marina ahí durante 60 años.

Y también trajo el caos. Cuando llegó la medianoche — la hora en que oficialmente se marchaba la Marina — una multitud de 800 personas echó abajo la alambrada metálica, destrozó la estructura de cemento que servía de entrada al Campamento García de los EE.UU., prendió fuego a tres vehículos militares y en general se dedicó a una orgía de robo y vandalismo. Ni las exhortaciones de la Gobernadora Sila Calderón a los manifestantes ni la patrulla antidisturbios del Superintendente de Policía Víctor Rivera, formada por 100 agentes, fueron capaces de sofocar la violencia. Obviamente, el desorden tomó por sorpresa a las autoridades del ELA. Posteriormente, las autoridades echaron la culpa al consumo de alcohol. Otros dijeron que los actos violentos deberían haberse previsto.

Semanas antes del fin de la era militar de Vieques, los medios de comunicación entrevistaron a residentes de Vieques y a otros puertorriqueños en busca de reacciones a la culminación del proceso mediante el cual la Marina de los Estados Unidos se vio obligada a abandonar instalaciones que consideraba "perfectas para maniobras aéreas, navales y anfibias". La palabra que más se repitió en esos informes de prensa fue "alegría".

Indiscutiblemente que ha sido un momento de alegría para los separatistas en Puerto Rico cuyas estridentes protestas contra el uso de las instalaciones militares llevaron el debate político en Washington de un asunto de seguridad nacional a uno de política doméstica. La creciente población hispana en los Estados Unidos, y su potencial en las urnas, debilitó la posición de la Marina antes la Casa Blanca respecto a su interés de preservar el status quo. Astutamente creando un escenario de "David contra el Golía", las figuras políticas conservadoras en Estados Unidos, tal como el Gobenador de Nueva York George Pataki, se unieron a los "izquierdistas", tanto de la isla como de los Estados Unidos, en las protestas para poner fin a la capacitación militar en la isla.

Por el contrario, no hay alegría en los corazones de los puertorriqueños que buscan una unión permanente con los Estados Unidos. Los argumentos contra la Marina que formularon los borinqueños de tendencias independentistas durante los últimos tres años han sido una vergüenza para los estadistas. Resultó también un gran desafío el lograr articular un punto de vista céntrico en este conflicto. Por lo menos ahora ha llegado a su fin y se pueden concentrar esfuerzos en reparar el daño causado.

Sin duda, es un momento de alegría para los residentes de Vieques que venían la presencia de la Marina como un perturbio, en el mejor de los casos, y una amenaza, en el peor. La mayoría de los reclamos relacionados con efectos nocivos a la salud de los residentes que formularon los opositores a la Marina desde el comienzo del conflicto resultaron no poderse probar; pero es cierto que los residentes de Vieques que viven más cerca de las áreas de prácticas con bombas sufren una incidencia de cáncer más alto de lo normal y ha habido motivo de preocupación.

El hecho que la Marina haya elevado anclas debería ofrecer alegría limitada para la mayoría de los políticos, en la isla y en Estados Unidos, que encontraban que el asunto era una "papa caliente" lanzada hacia ellos por los votantes de ambos lados de la disputa. La Gobernadora Sila Calderón, que asumió una posición fuerte en contra de la Marina durante su campaña contra el candidato del Partido Nuevo Progresista (PNP), Carlos Pesquera, buscó resguardo cuando el enfoque nacional el 11 de septiembre se volcó hacia la seguridad nacional y la debida preparación de las tropas que serían enviadas a Afganistán.

Podría discutirse que el político más contento es Pedro Rosselló que fue quien negoció un acuerdo con el gobierno de Clinton para revertir la mayor parte de las instalaciones de capacitación militar a Puerto Rico. Los miembros del Congreso de los Estados Unidos, furiosos por lo que percibieron como una actitud anti-patriótica por parte del gobierno de Calderón, cambiaron la ley de autorización cediendo la base al Departamento del Interior para ser usada como área de conservación natural. Podemos anticipar cierto nivel de jactancia en torno a esto cuando el ex Gobernador comience sus esfuerzos de campaña nuevamente en junio. Dirá que los federales todavía son los que tienen las llaves de los portones del Campo García.

Definitivamente, no hay alegría, de hecho lo que hay es tremenda tristeza, entre los miles de hombres y mujeres que ya han perdido sus empleos o que pronto recibirán "las boletas rosadas" como resultado del retiro de la Marina. La mitad de la fuerza laboral en la base cercana de Roosevelt Roads ya se ha ido, o pronto lo hará. Se puede apostar que toda la instalación – la más grande de la Marina fuera de los Estados Unidos continentales – quedará totalmente cerrada para el 2005, cuando un comité especial del gobierno federal a cargo del análisis sobre el cierre o no de la base formule sus recomendaciones al Congreso y al Presidente.

Esta es la oportunidad para los lectores del Herald expresar sus sentimientos sobre este nuevo día para Vieques. ¿Se encuentra usted en actitud festiva o cerca de una toalla para secar sus lágrimas?

Pregunta de esta semana:
Vieques: ¿es éste un momento de alegría?

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E.U. . Residentes
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. PR
41%
36%
57% No 59%
2% Ninguna de las dos 5%
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