No dijo mucho, pero lo suficiente para demostrar que sigue siendo el mismo Pedro Rosselló de siempreincluso siendo ahora, tal como él insistió, un ciudadano de a pie en lugar de un personaje público.
Durante meses, y a pesar de las llamadas de destacados miembros de su propio partido, el anterior gobernador se ha mantenido en silencio sobre la cada vez más intensa investigación federal sobre la corrupción en el sector público durante su administración. Las investigaciones han hecho que recayeran sendos autos de procesamiento sobre su anterior Secretario de Educación, Víctor Fajardo, y su anterior ayudante especial, María de los Angeles "Angie" Rivera.
Aunque concedió dos entrevistas una de ellas a una cadena de radio y la otra a un periódico, ambas consideradas amistosas durante un viaje a la isla el pasado mes de Diciembre, desde entonces se ha abstenido de hablar a los medios de comunicación puertorriqueños sobre los casos de corrupción o sobre cualquier otra cosa.
Pero el silencio se rompió la semana pasada cuando Rosselló fue brevemente entrevistado y fotografiado por dos diarios, y posteriormente por un tercero.
Rosselló fue sorprendido por un reportero local y un equipo de fotógrafos cuando estaba paseando por el campus de la Escuela de Medicina de la Universidad George Washington, donde imparte clases y lleva a cabo tareas de investigación.
Se negó a hacer comentarios sobre las preguntas que se le hicieron con relación a los cargos de corrupción o cualquier otra cuestión sobre la política de Puerto Rico, alegó que como ciudadano de a pie no tenía porqué contestar a las preguntas. Posteriormente le dijo a un periodista, "Me tendieron una emboscada, no fue una entrevista." A otro le replicó: "Respeto su derecho a preguntar, pero también creo que como ciudadano de a pie tengo derecho a no responder."
No obstante, los comentarios de Rosselló, aunque no fueron exactamente lo que los medios de comunicación locales estaban buscando, ocuparon todas las primeras planas el día que habló aunque sus declaraciones no arrojaban mucha luz sobre los casos de corrupción en los que están envueltos sus antiguos aliados políticos y que han sido descubiertos por las autoridades federales.
Era uno de los típicos encuentros, insolentes y directos que Rosselló, como anterior gobernador, mantenía cada vez con mayor frecuencia con los miembros de la prensa en el transcurso de sus ocho años de mandato.
Pero, a pesar de sus buenas intenciones de no revelar nada, el anterior gobernador no pudo evitar desvelar algo muy profundo sobre su vida después de dejar el cargo durante el breve intercambio con los periodistas locales .
Pedro Rosselló está exiliado de Puerto Rico, quizá un exilio auto-impuesto, pero sigue siendo exilio.
"No pienso volver a Puerto Rico, al menos hasta que la gente no dé un giro radical al camino equivocado que están siguiendo," dijo el anterior gobernador, en lo que quizá fue su declaración más reveladora.
Rosselló no dijo exactamente cual era el "camino equivocado" que Puerto Rico estaba tomando, pero es una afirmación que todavía está haciendo pensar a mucha gente.
Una posibilidad, claro, es el rechazo de la estadidad por parte de los votantes locales en los plebiscitos sobre el status convocados por Rosselló en los años 1993 y 1998.
El anterior gobernador, que al ocupar su cargo prometió considerables reformas sociales, se vio consumido por el creciente auge de la estadidad durante sus dos mandatos en La Fortaleza.
"Francamente, creo que la estadidad es inevitable," dijo Rosselló en su última entrevista como gobernador.
El "camino equivocado" al que se refería Rosselló probablemente también tenga mucho que ver con la administración del Partido Popular Democrático de la Gobernadora Calderón.
Hizo una crítica demoledora del primer año de Calderón en el cargo calificándolo de "fracaso total", durante una entrevista que concedió a la prensa en Navidad, diciendo que ella no había emprendido grandes tareas, que no estaba haciendo nada para mejorar la economía y que estaba tomando medidas que hacían peligrar las garantías de que la Marina se marchase el 1 de Mayo, 2003.
En aquel entonces, también hizo notar que el crimen estaba en alza, y que la administración Calderón evitaba tomar parte en los grupos políticos de los EE.UU., como la Asociación Nacional de Gobernadores, que podrían beneficiar a la isla.
Su crítica más hiriente, no obstante, fue dirigida a lo que él llamó el "gobierno de persecución" que Calderón ha creado.
"La situación actual me causa gran indignación viendo la persecución y el afán por arruinar reputaciones y trabajos," dijo.
Hoy, después de los autos de procesamiento de Fajardo y Rivera, esta crítica tiene menos fuerza de la que tuvo en su día y deja al descubierto el talón de Aquiles de Rosselló: nunca llegó a ver la corrupción que había en su entorno, a pesar de las señales de advertencia.
En su última entrevista como gobernador, Rosselló culpó a la prensa de dar una imagen errónea sobre el tema de la corrupción y de convertir las elecciones para el puesto de gobernador del año 2000 en una "campaña monotemática centrada en la corrupción."
Sin embargo, no tuvo palabras de recriminación para los cargos públicos, nombrados por él, que cometieron los crímenes de los que fueron acusados.
E incluso después de su "emboscada por la prensa" de la semana pasada, sigue sin aceptar responsabilidad alguna sobre los actos de corrupción llevados a cabo por miembros de su administración.
No obstante, la imagen que dio Rosselló de un Puerto Rico que sigue un camino equivocado puede muy bien ir más allá de tales preocupaciones partidistas.
En las entrevistas concedidas la semana pasada, parecía encantado de estar fuera de la política y de poder hacer un "trabajo positivo" en el terreno de la salud pública.
"No me siento desbordado por las minucias negativas," dijo, añadiendo que éstas le habían sobrepasado cuando era gobernador.
"En cada paso que das, te enfrentas con la oposición. Se sospecha de cada una de tus acciones. En cierto sentido te ves neutralizado por tus oponentes, no por ninguna de tus acciones, si no porque llevas una determinada etiqueta," dijo a un periodista la semana pasada.
Se trataba del ciudadano de a pie Pedro Rosselló sacando a la luz algunos de los retos a los que se enfrentan todos los gobernadores al gobernar en Puerto Rico.
Esta declaración arrojaba algo de luz sobre el destructivo tribalismo político espoleado, al menos en parte, por el status de la isla todavía sin resolver, y que recorre Puerto Rico de forma desenfrenada haciendo que la verdadera reforma sea muy difícil de lograr.
Es la única cosa, quizá, sobre la cual los gobernadores de Puerto Rico pueden estar de acuerdo, sea cual sea su afiliación política.
John Marino, Editor de Ciudad de The San Juan Star, escribe la columna semanal Reporte de Puerto Rico para el Puerto Rico Herald. Su dirección de e-mail es: Marino@coqui.net |