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PUERTO RICO HERALD

¿Un monumento al 11 de septiembre?…. ¡Sin consideraciones políticas, por favor!


25 de enero de 2002
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En la sección noticiosa de The Herald esta semana, Roger Franklin comenta sobre el mal concebido intento reciente del Departamento de Bomberos de la Ciudad de Nueva York (NYFD) de rendir tributo a sus bomberos con una estatua de bronce basada en la ya famosa fotografía de tres de ellos elevando la bandera norteamericana sobre los escombros de las destruidas torres gemelas.

Los bomberos que izaron la bandera eran anglosajones, pero los promotores del monumento han anunciado que los rostros en la estatua reflejarán la mezcla de anglosajones, hispanos y afronorteamericanos, ya que miembros de esos tres grupos murieron o sufrieron heridas en sus esfuerzos por salvar vidas y contrarrestar los daños perpetrados durante los ataques terroristas del 11 de septiembre. No obstante, tan enérgicas han sido las quejas que el afán por lograr una posición "políticamente correcta" que, con toda certeza, el proyecto será descartado. En una entrevista con The Herald, la funcionaria de prensa del NYFD, Amanda Schmidt, negó intención alguna de buscar una posición "políticamente correcta". Observó que el auspiciador del proyecto, la empresa de bienes raíces Forest City Ratner, propietarios del edificio que sirve de sede al Departamento de Bomberos, quería que la estatua fuera "sin rostro", simplemente sugiriendo características étnicas. Cuando se le preguntó sobre el número de bomberos puertorriqueños que perecieron en los esfuerzos de rescate, Schmidt respondió que fueron "muchos, pero no puedo darles una cifra exacta porque ni siquiera se ha determinado de esa manera oficialmente. Para nosotros eran todos bomberos, punto".

Los que buscan inmortalizar la devastación que sufrió Nueva York y la valerosa respuesta de los neoyorquinos a la tragedia ahora tienen que lidiar con el dilema que los artistas, diseñadores, arquitectos y políticos siempre tienen que enfrentar cuando tratan de traducir a una expresión artística recientes acontecimientos que han hecho historia. Se enfrentan a la dificultad de captar su espíritu de manera estéticamente placentera que resulte aceptable para el público a quien se le pide que lo adopte como un símbolo perpetuo del acontecimiento o del período de tiempo que busca representar.

Dos monumentos que se contemplan para la capital de la nación y otro que se encuentra todavía en la etapa de diseño ilustran esta situación.

El monumento nacional para la Segunda Guerra Mundial en Washington, D.C., después de sufrir varios cambios radicales en su diseño, se comenzará a construir próximamente en el medio del "Mall" (franja verde) y el estanque que refleja el obelisco del Monumento a George Washington y el Monumento neoclásico que tiene en su interior una imponente estatua del Presidente Abraham Lincoln. Muchos objetan a esa ubicación porque consideran que obstruirá la vista de esos venerados monumentos y estropeará el ambiente bucólico y abierto del "Mall". Se trata de una sólida y enorme estructura de mármol y bronce que incluirá una fuente, arcos conmemorativos y 56 pilares de granito que los organizadores explican que simbolizarán "la unión sin precedentes de la nación durante la Segunda Guerra Mundial".

Los 56 pilares de granito surgieron bochornozamente tarde en el proceso de diseño del monumento. Cada uno representa un estado o territorio de los Estados Unidos durante la guerra. También hay uno que representa el Distrito de Columbia. El concepto original incorporaba solamente 50 columnas representando el número actual de estados en la unión. Después que se dio la publicidad el concepto inmediatamente se hicieron oír las protestas de residentes de Puerto Rico, Guam, las Filipinas y otros territorios de los Estados Unidos durante el período de la guerra. Los puertorriqueños hicieron notar que sus hijos e hijas se destacaron en el servicio durante la Segunda Guerra Mundial y las costas de la isla se vieron constantemente acechadas por los submarinos alemanes. Las islas Filipinas fueron invadidas y ocupadas por los japoneses durante gran parte de la duración de la guerra, mientras que Guam y otros territorios de los Estados Unidos en el Sur del Pacífico fueron el epicentro de las fuerzas de combate en tierra, mar y aire. Desde Alaska y Hawaii se recibieron cordiales observaciones que, en ese entonces, no eran estados sino territorios de los Estados Unidos. La mayoría de los antiguos residentes de Washington, D.C., donde se ubicará el monumento, se han mantenido al margen de la controversia. Los diseñadores, totalmente avergonzados, tuvieron que regresar a sus mesas de trabajo con libros de historia.

 

La fotografía de los bomberos del NYFD izando la bandera de los Estados Unidos sobre las ruinas de "ground zero" recuerda una de las mas reconocidas fotos durante la Segunda Guerra mundial tomada por el fotógrafo de Associated Press, Joe Rosenthal, que muestra a miembros de la Marina de los Estados Unidos izando la bandera en la cima de Mount Suribachi durante la sangrienta batalla de la ocupación japonesa de Iwo Jima en febrero de 1945. Su publicación la convirtió inmediatamente en un símbolo nacional. Los seis hombres que aparecen en la foto se convirtieron en figuras alegóricas representando todos los hombres y mujeres que sirvieron durante la guerra. El hecho que la fotografía fue en realidad una recreación del momento en que se izó la bandera, no provocó objeción alguna. Con todo y eso muchos comentaristas la designaron como la fotografía más famosa que se había tomado hasta entonces y a Rosenthal se le confirió el premio Pulitzer por su creación.

La fotografía muestra cinco soldados de la Marina y un médico de la Naval levantando la bandera arriba de una cañería que pesaba 100 libras y enterrándola en un área de batalla en un precipicio de la montaña. En la fotografía se veían seis personas izando la bandera. Tres de los que realmente izaron la bandera murieron antes del fin de esa batalla. Ninguno de los otros tres sobrevivientes aceptaron nunca la denominación de "héroes". John "Doc" Bradley, el médico de la Naval, que sufrió heridas en ambas piernas pero sobrevivió la batalla, otorgó una sola entrevista en toda su vida. Durante ella dijo que: "La gente se refiere a nosotros como héroes, pero yo no lo veo de esa forma. Creo que simplemente me encontré en cierto lugar en cierto momento. Cualquier persona en esa isla pudo haber estado ahí y nosotros, sin duda alguna, no fuimos héroes. Hablo de esta manera a nombre de los demás ya que ellos también se veían así".

En la actualidad existe una estatua, literalmente, ilustrando esa fotografía y se encuentra en un pequeño parque adyacente al Cementerio Nacional de Arlington. Se ha convertido en el Monumento al Cuerpo de Marina de los Estados Unidos. La ceremonia de tributo del Presidente Eisenhower en 1954 no fue motivo de controversia alguna. La fotografía en la cual está basada ha pasado a convertirse en un símbolo universal de la lucha de los Estados Unidos y su subsiguiente victoria en los frentes de guerra en el Pacífico y en Europa. Los que objetan al Monumento Nacional de la Segunda Guerra Mundial destacan que el Monumento de Iwo Jima es ya la más sublime representación de la Segunda Guerra Mundial, por ende cualquier otro que se construya ahora resultará superfluo.

La atracción que más se visita en Washington, es el Monumento de Vietnam que se conoce popularmente como "La pared", ubicado cerca del Monumento de Lincoln en un área de jardines llamada "jardines de la Constitución", no gozó de un origen tan tranquilo. Unos diez años después de la humillante derrota de los Estados Unidos en el sudeste asiático, veteranos de esa guerra comenzaron a cabildear en favor de algún reconocimiento nacional por su servicio y un recordatorio perpetuo de sus compañeros que habían perecido junto a ellos en los campos de batalla. No se otorgaron fondos del gobierno, de modo que se lanzó una campaña de recaudación de fondos a nivel nacional. Se anunció una competencia nacional por el diseño y una estudiante de arquitectura de la Universidad de Yale, Maya Lin, sometió la selección ganadora.

Los críticos de arquitectura de forma unánime alabaron el diseño de la Srta. Lin. Una larga pared de granito negro pulido habría de servir de base para los nombres de todos los que murieron en el conflicto. Los nombres aparecerían según el orden de las fechas de sus muertes. No se mencionaría rango militar, sexo o cuerpo militar. Sólo los nombres. Todos los norteamericanos que perecieron en ese conflicto se unirían simbólicamente en "La pared". Los visitantes caminarían frente a ella y se verían reflejados entre las hileras los nombres tallados. "La pared" se habría de ubicar en una leve zanja para que no se viera desde la calle incorporándose perfectamente con los jardines y árboles en el área. Se crearía una atmósfera de dignidad y paz para los visitantes y sería un lugar de descanso en memoria de los fallecidos. Al caminar a lo largo de una acera de ladrillo y baldosas los visitantes podrían ver más allá del monumento hacia los distantes edificios y símbolos del gobierno federal que los hombres conmemorados habían orgullosamente representado.

¡Entonces comenzaron los fuegos artificiales!

Los grupos de los veteranos de Vietnam comenzaron a manifestarse, tal vez esperando algo triunfal como la estatua de Iwo Jima. Los comentarios fueron rudos. Se lanzaron protestas. Uno de los letreros decía: "Nos han metido en una zanja". Un manifestante comentó a un reportero que no era más que "una fea tumba". Las quejas se basaban en el hecho de que no habían estatuas, nada que representara el peligro y horror de la guerra. ¡Se necesitaba una estatua! ¡Se necesitaban banderas! ¡Una simple pared no era suficiente! ¡Era un insulto a la memoria de los fallecidos!

A pesar de las protestas, en 1982 se concluyó la pared. Pero se había prometido que se construiría una estatua tradicional próxima a "La pared". La obra que se añadió posteriormente muestra tres soldados, como en patrulla, mirando hacia un peligro distante. Sus rostros reflejan claramente las características étnicas de los grupos que sirvieron en Vietnam: blancos, negros y mestizos. Pero, dónde estaban las mujeres? Su estatua, que se desveló el Día de los Veteranos en 1993, es un molde de 360 grados que muestra tres enfermeras atendiendo a un soldado herido que se encuentra inconsciente. Una lo tiene entre sus brazos, la otra mira hacia el cielo en busca del helicóptero de rescate, mientras que la tercera está recogiendo el casco que ha caído al suelo. Aún cuando estas dos obras tienen mucho mérito artístico, fueron concebidas posteriormente a "La pared". Ambas pasan desapercibidas para muchos visitantes que se sienten atraidos como hierros a la fuerza magnética de "La pared".

El Servicio Nacional de Parques, que tiene a su cargo la custodia de "La pared", la ha designado como la atracción turística más popular en la capital de la nación. Algunos visitantes permanecen frente a ella durante horas, otros caminan mirando los nombres y se apuran a continuar con sus demás actividades. Muchos llegan específicamente a buscar el nombre de un esposo, ser amado, amigo, o alguien de sus pueblos natales. Hay más de 58,000 nombres grabados en el monumento que conmemora su valor y sacrificio. Entre esos nombres se encuentran tres puertorriqueños que recibieron la Medalla de Honor por su servicio durante la Guerra de Vietnam: Carlos J. Lozada, Eurípides Rubio y Héctor Santiago Colón. Sus nombres aparecen junto con los de otros 240 hombres y mujeres que recibieron, en forma póstuma, la mayor condecoración que se confiere en la nación.

La naturaleza cataclísmica de la destrucción terrorista de las torres gemelas del World Trade Center requiere de una respuesta monumental. Se espera que su diseño evoque el mismo tipo de aceptación universal que logró la fotografía de Joe Rosethal en Iwo Jima y la trascendental elocuencia de "La pared" de Maya Lin.

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